Veo las palabras como piezas de ajedrez sobre un tablero. Se mueven así, aquí y allá, blancas y negras, y me hacen pensar en deshacer la madeja de mis pensamientos entre jugada y jugada. Nada es así de racional. Mueves una pieza y otra pieza se mueve, piensas y vuelves a mover. El mundo en el tablero se organiza alrededor de tus pensamientos y tus movimientos, pero siempre hay lo imprevisible acechando. Quizás es mejor observar. Y darle vueltas a la madeja rodando en manos absortas.
